Limpiar cristales
Comienza a limpiar todo aquello que contenga cristal o vidrio, incluyendo los espejos, ventanas y demás superficies de cristal.
Nos centraremos en el vidrio porque usaremos un solo limpiador, con agua caliente y jabón, y una bayeta para ir secando. De esta manera, no tendremos que cambiar de producto en cada habitación cuando lleguemos a los cristales.
Conviene que la bayeta no tenga hilillos o pelusas que se queden pegadas al cristal. Un papel de periódico o unas servilletas de papel nos pueden servir igualmente para secar los cristales una vez limpios.
Un truco muy efectivo para dejar los cristales y los azulejos brillantes y trasparentes es usar agua y vinagre a partes iguales, en un espray y tras aplicar, secar con papel de periódico. Quizás huele un poco mal hasta que se evapore, pero deja un resultado muy nítido y profesional.
Limpiar polvo
Por el simple hecho de vivir en una casa, el polvo comienza a acumularse. Se trata de las propias partículas corporales, como son células muertas y ácaros, que suspendidos en el aire terminan acumulándose sobre la superficie de los muebles de toda la casa.
Podemos usar un quita polvo o el mismo producto con jabón que usábamos en el paso dos para los cristales. Algunos muebles necesitan una capa de cera que le previene de seguir acumulando polvo.
Evita los limpiadores multiusos
Aconsejamos que utilice los productos adecuados para cada ocasión y que evite usar los que anuncia en la tele que sirven para todo y al final no sirven para nada. Muchos son ácidos en altas concentraciones, que terminan dañando los muebles o las superficies y cuyos gases pueden ser nocivos para nuestra salud. Conviene leer las etiquetas y las normas de uso. Muchos productos se aconsejan usar con guantes y algunos también dan consejos sobre qué hacer en caso de que el líquido caiga en las mucosas o en los ojos. Y por supuesto, nunca mezcle unos productos con otros sin saber que resultado se obtiene. En ocasiones podemos neutralizar el poder de limpieza y en ocasiones hacerlos aún más corrosivos y peligrosos.
Limpiar el exterior
Para conservar limpia la casa en el interior, conviene limpiar la casa también en el exterior. De esta manera evitaremos que las visitas ensucien el suelo con los pies, que el polvo no entre tanto cuando abrimos la puerta etc… Una casa limpia empieza por tener la zona exterior de fuera también limpia.
Si se dispone de jardín, entonces la limpieza externa es de uso obligatorio. La tierra y las hojas secas pueden ir adueñándose poco a poco de nuestra casa e incluso muchos insectos y arácnidos pueden acabar entrando buscando el calor del hogar.
Limpiar el suelo
Para limpiar los suelos, uno de los electrodomésticos más útiles es sin duda la aspiradora. Ya sea un suelo de moqueta o de parqué, la aspiradora podrá limpiar todas aquellas partículas que hayan caído, migas, pelos, polvo, ácaros etc…
Para los suelos de azulejo, como el caso de las cocinas o lo baños, lo primero que hay que hacer es barrer. Barriendo se limpian las partículas que pueden ser molestas para la fregona. Primero se barre y luego se pasa la fregona, ese gran invento español, que por cierto inventó un ingeniero aeronáutico.
Limpiar electrodomésticos
Algunas tareas requieren poco esfuerzo y logran muy buena imagen de limpieza en la casa, por ejemplo: Coger la basura y bajarla al contenedor. Limpiar el microondas por dentro y por fuera. Aunque no se vea la suciedad interna, no viene mal que se limpie por dentro. Igualmente sucede lo mismo con las sabanas de la cama y con el polvo que se acumula debajo. Aunque sean cosas que aparentemente no se ven, podemos prescindir de ellas para un momento especial que no tengamos tiempo, pero al largo plazo hay que acabar haciéndolas.
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