Al momento de vender o alquilar una propiedad es importante conocer los aspectos que pueden devaluar la misma.
Antigüedad
La preferencia por los inmuebles sin uso, el deterioro de los materiales o la necesidad de someterse a futuras rehabilitaciones son algunos de los efectos que genera dicha antigüedad inmobiliaria la cual provoca una baja en los precios.
Orientación
La orientación de una vivienda determina su luminosidad interior, así como a las que uno puede acceder. En caso de carecer de ellas, al tratarse de “inconvenientes que no tienen solución”, lógicamente su valor se verá lastrado.
Seguridad
La falta de seguridad en el área en el que se ubica la vivienda es “tan negativa como la falta de infraestructuras o servicios”. Expertos afirman que “si la seguridad de una zona se deteriora el precio de los inmuebles también”.
Decoración
La percepción que el cliente obtiene de la vivienda cuando la visita por primera vez puede determinar su adquisición. De ahí los expertos hacen hincapié en la importancia que tiene el ofrecer una buena imagen del inmueble y recomiendan “neutralizar el inmueble” pues este “debe apelar al mayor público posible”.
Ubicación
Todo lo que rodea a una vivienda afecta a su valor final. Este binomio, denominado en el sector inmobiliario como “principio de regresión”, consiste en que, ante dos viviendas de iguales características y calidades, una ubicada en una zona de viviendas análogas y la otra en un área con viviendas de peor calidad, “la primera se venderá a un precio inferior que la segunda”.
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